Bendición del Cielo Meditación Semanal 127 Min. Oscar L. Mata BENDICIÓN DEL CIELO «Fueron a Juan y le dijeron: —Rabí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú has dado testimonio, ¡he aquí él está bautizando, y todos van a él! Respondió Juan y dijo: —Ningún hombre puede recibir nada a menos que le haya sido dado del cielo» (Juan 3:26-27). Los discípulos de Juan fueron en busca de su maestro para pedir explicaciones de por qué Jesús ahora estaba bautizando y haciendo más discípulos que su él. Juan entonces se da cuenta de lo que está pasando y se percata de que aquello que Jesús estaba haciendo había sido dado por Dios. Es probable que Juan no entendiera la magnitud de Aquél de Quien él mismo había dado testimonio acerca de ser el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Todo lo que Jesús dijo e hizo le fue dado del cielo. ¿Qué pasa con nosotros? ¿Hemos recibido del cielo lo que decimos y hacemos? Lamentablemente, muchos se esfuerzan por alcanzar lo que no han recibido de Dios y terminan desgastados y sufridos porque aquello que alcanzaron no fue suficiente o porque terminó siendo un mal y no un bien para sus vidas. «"Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá al uno y amará al otro, o se dedicará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas» (Mateo 6:24). La riqueza que Jesús recibió del cielo no era los bienes materiales que Él tenía sino la bendición de hablar y hacer la voluntad de su Padre. Lamentablemente, la mayoría piensa que la bendición de Dios está en lo que poseemos y se enfrascan en una lucha sin tregua contra su pobreza, pero terminan haciendo a Dios a un lado y sirviendo a cosas materiales, pero no a Quien sustenta la vida. Dios mostró a los israelitas una forma sencilla de alcanzar la bendición: «"Mira, pues; yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición: la bendición, si obedecéis los mandamientos de Jehovah vuestro Dios que yo os mando hoy; y la maldición, si no obedecéis los mandamientos de Jehovah vuestro Dios, sino que os apartáis del camino que yo os mando hoy, para ir en pos de otros dioses que no habéis conocido» (Deuteronomio 11:26-28). Dios bendice a los obedientes, pero a los desobedientes se les cierran las ventanas de www.MyLordisJesus.com OscarMata@MyLordisJesus.com Permitida su impresión o utilización para fines no lucrativos. Cualquier utilización diferente deberá contar con la autorización del autor 2 Meditación Semanal 127 Min. Oscar L. Mata los cielos. Sin embargo, ningún ser humano ha podido alcanzar la plenitud de la bendición desde el marco de la ley y los mandamientos, por lo que Dios proveyó la mayor bendición de todas: «Y sé que cuando vaya a vosotros, llegaré con la abundancia de la bendición de Cristo» (Romanos 15:29). Es así como quien se acerca a Dios a través de Cristo, alcanza la mayor bendición posible, la vida eterna. «Cristo nos redimió de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que la bendición de Abraham llegara por Cristo Jesús a los gentiles, a fin de que recibamos la promesa del Espíritu por medio de la fe» (Gálatas 3:13-14). Nadie podía cumplir la ley, por lo que estábamos sujetos a maldición, pero ahora en Cristo, somos librados de la maldición y heredamos la bendición. ¿Significa esto que la ley fue abolida y que no importan nuestras desobediencias? «Luego, ¿invalidamos la ley por la fe? ¡De ninguna manera! Más bien, confirmamos la ley» (Romanos 3:31). En la libertad a la que hemos sido llamados, los creyentes en Cristo dejamos la maldición, pero también aquello que la provoca, la desobediencia, pero el Señor ha cubierto nuestras imperfecciones para ser presentados limpios delante de Dios. En otras palabras, no obedecemos para ser salvos, lo hacemos porque ya somos salvos. La obediencia es una condición resultante del amor de Cristo en nosotros. ¿Cuáles son las bendiciones del cristiano? «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos ha bendecido en Cristo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales» (Efesios 1:3). Si bien es cierto que recibimos bendiciones materiales, lo mejor no está ahí, sino en las bendiciones espirituales que nos abren el camino para una vida de dicha y prosperidad. Pero Dios no quiere dar esa bendición sólo a usted: «Bendecirá a los que temen a Jehovah, a pequeños y a grandes. Jehovah aumentará bendición sobre vosotros, sobre vosotros y sobre vuestros hijos» (Salmo 115:13-14). Si usted teme a Dios y entrega su vida a Cristo, acompañando su fe con buenas obras como fruto de un corazón arrepentido, Dios le bendecirá, pero no sólo a usted, sino también a sus hijos. ¡Busquemos la bendición del cielo! www.MyLordisJesus.com OscarMata@MyLordisJesus.com Permitida su impresión o utilización para fines no lucrativos. Cualquier utilización diferente deberá contar con la autorización del autor 3